jueves, 21 de marzo de 2013

Perdida

De esas tardes aburridas en las que llegas a tu casa y no hay nada que hacer. No hay nada o no quieres ver nada. De estos que te tumbas en el sofá y ni siquiera te hace falta encender la tele para no pensar en nada. En nada y en todo. Porque en verdad no sabes qué tienes que pensar. De estos días que hasta miras el horóscopo, esperando encontrar en él una explicación de todo. ¿Y qué encuentras? "Trata de dejar de preocuparte por todo el mundo y menos por ti, en esta oportunidad debes pensar en lo que tú quieres" ¿Oportunidad? ¿Qué oportunidad? ¿La de quedarme en casa sin saber que hacer con una tarrina de helado como única compañía? ¿La culpable de que todo me parezca mal? ¿La que hace que sientas que estás desperdiciando tu vida? Pero lo peor es: "debes pensar en lo que quieres"... ¿Y qué quiero? Siento que no me conozco. Me odio. Me odio a mí, a las señales, a las indirectas y a la señora ironía. Pero, ¿de qué me sirve? Odiando no voy a lograr encontrarme. Estoy perdida. Perdida, sí. Y mucho. Perdida en una selva de sentimientos, emociones y desilusiones. De sueños marchitos, de piedras y tallos cortados. De brotes, sí, pero no verdes, porque la realidad no les deja crecer. Perdida en un mar de dudas. Y pido auxilio. Pero nadie me escucha. Nadie me ve. Nadie puede oírme. Porque ni siquiera yo se que ayuda estoy pidiendo. 

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